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Apichatpong: "El Cannes no me va a cambiar"

Publicado: 2010-11-14

Apichatpong Weerasethakul acaba de ganar la última edición del Palma de Oro de Cannes por su película "El Tío Boonmee que puede recordar sus vidas pasadas". El filme impresionó al ya legendario Tim Burton, jurado del evento, quien no dudó en catalogarlo como obra maestra. Desde entonces Apichatpong no ha dejado de viajar. New York. Kansas. Y ahora Latinoamérica. Está agotado. Pero ha desembarcado en Buenos Aires con el fin de dar a conocer su película y con ella toda su producción fílmica. Allí dio una entrevista a Diego Lerer de El Clarín y habló de todo. Desde cómo se ha sentido al ganar el Premio Cannes hasta las censuras que afrontan sus películas en su país de origen, Tailandia.

Boonmee es un personaje que ha reencarnado. Usted comentó que también creía en ese tema, pero ahora duda. ¿A qué se debe?

En Tailandia todo el mundo cree que la muerte no es el final, es parte del budismo. Haciendo este filme entrevisté a mucha gente que decía recordar vidas pasadas y, por algún motivo, me volví escéptico. Creo en la meditación como la clave para desatar ese tipo de misterios. Ponerte dentro de tu mente y ser receptivo a la naturaleza y a los seres humanos. Y si uno sigue meditando, ese mundo se revelará.

Su cine mezcla realismo cotidiano con elementos fantásticos de una manera tan natural que resulta sorprendente. ¿Cuál es el secreto?

Mis películas son sobre mi mundo, mi familia y mis amigos. Son mis intereses y cómo van cambiando, lo mismo que el de los actores, ya que suelo trabajar siempre con los mismos. Y esa mezcla nace de nuestra forma de ver el mundo.

Sus películas suelen tener como eje la enfermedad, los médicos, el paso de la vida a la muerte. Sus padres fueron doctores, ¿de ahí nace su interés en el tema?

Crecí alrededor de hospitales. Fueron 15 años. Para mí, un hospital es como un templo o una casa. El color blanco, el olor antiséptico. Es un lugar al que la gente va para tratar de sentirse mejor. Uno cree que va a vivir para siempre, pero ahí nota que no es cierto.

Sus películas mezclan elementos culturales muy específicos de Tailandia y son muy abiertas a diversas interpretaciones. ¿Alguna vez se sintió incomprendido?

Disfruto de las interpretaciones, hago mis películas para que sean entendidas de diferentes maneras. Son abiertas y me gusta que cada uno las interprete de acuerdo a su forma de pensar.

Su cine siempre tuvo una impronta política, pero indirecta. ¿Siente que ahora, desde que la situación en Tailandia se hizo más complicada, ese eje pasó a primer plano?

Los que escriben sobre mi cine suelen hablar mucho de política. Y sí, está ahí, pero las películas son más sobre mi mundo, mi vida. También quieren saber cuál es mi posición política y la verdad es que en Tailandia estamos atravesando un momento muy duro.

En Cannes usted dijo que los gobernaba una mafia...

No sabe el problema que me generó eso... Es que en mi país todo el mundo parece amable y actúa como si nada pasara, pero hay un ejército que lo controla y domina todo. Es un país enfermo, pero también fascinante y es por eso que sigo viviendo ahí. Creo que en América latina también tienen esas cosas: burocracia, corrupción, pero a la vez no nos podemos ir.

Pero su cine respira un aire optimista respecta al género humano.

El pesimismo es más realista, en verdad (risas). Creo que mis películas tienen una mirada de niño inocente y naive sobre el mundo. La gente sonríe, las distintas sexualidades son aceptadas, pero creo que todo eso deja entrever algo oculto y oscuro. Genera un efecto opuesto, casi pesimista...

Igualmente, sus problemas con el gobierno ya venían de antes y varias de sus películas habían sido censuradas... ¿Esta también?

Esa es la magia de Cannes. Pese a todo, tuvieron buena onda con la película. Se estrenó sin cortes y tuvo mucho éxito. Lo bueno del premio es que más gente se está atreviendo a salir a filmar en mi país con las cámaras digitales. Pero igual falta mucho. En Tailandia el cine sigue siendo visto sólo como entretenimiento, históricamente. Es difícil cambiar esa percepción.

¿Y ganar Cannes lo hará cambiar? ¿Lo llevará a domesticar su cine?

Ganar Cannes no es lo más importante que me pasó en la vida. Voy a continuar explorando. Hacer películas como las mías es un negocio inestable y que no deja dinero, pero la Palma no me va a cambiar la manera de hacer cine. Tuve ofertas de gente que se nota que no conocía mi trabajo y no las acepté. Yo seguiré en mi búsqueda. Se ve que soy un poco masoquista.


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